Desde que era pequeña el olor de la leche de vaca me ha hechado siempre para atrás y tampoco me han gustado los yogures. No era sólo su sabor, que intentaba esconder con sabores potentes, como por ejemplo el coco, o más tarde los frutos rojos… sobretodo era su textura, aunque hay otros postres lácteos como por ejemplo el flan o las natillas, que dependiendo de la marca tienen una textura bastante similar y en cambio si me gustan. Sin embargo, los quesos siempre me han gustado, y cuanto más secos, fuertes y olorosos mucho mejor.
Recuerdo que desde bastante pequeña, tuve recurrentes ataques de migraña y cólicos, por lo que mi madre optó por llevarme a un médico naturista (bastante raro encontrar uno hace veinte o veinticinco años…), ya que los médicos «tradicionales» no sabían encontrar el por qué de esos dolores. (Pongo lo de «tradicionales» entre comillas, ya que para mi, aunque no estuviese de moda, era y sigue siendo más tradicional un médico naturista que no uno que te atiborra a medicamentos sin hacerte ninguna exploración previa. Un médico naturista (homeópata o naturópata) basa sus conocimientos en lo que nos hemos acostumbrado a llamar los remedios de la abuela: flores y plantas curativas, minerales, y tantas otras terápias que nuestros antepasados han ido perfeccionando con el paso de los años).
El caso que este médico naturista, tras una exploración y cuestionarios completos, determinó que, para evitar tanto la migraña como los cólicos, lo que debía hacer era suprimir al máximo lácteos, fritos y, muy a mi pesar, el chocolate, ya que estos productos lo que hacían era cargar el higado, que tenía que trabajar el doble para poder realizar correctamente su función de filtro.
No tuve ningún problema en realizar dicha supresión, aún siendo una cría de unos diez-doce años… Los lácteos, de por si, ya no eran santo de mi devoción, y los fritos en mi casa tampoco no se comían mucho. Ahora bien, el chocolate… El chocolate, eso ya es otro cantar… Moderé la ingesta, sustituí chocolate blanco y chocolate con leche por chocolate negro, pero a mí el chocolate no me lo quita nadie.
Y la verdad, después de todos estos años, tanto las migrañas como los cólicos, son ahora muy pero que muy esporádicos…
Y cuando me dan, normalmente suele ser por culpa de la lactosa. Imagino que todos sabréis ya que es la lactosa, pero por si aún queda algún despistado en la audiencia lo explico:
La lactosa es el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche. Para digerirla, el organismo humano precisa de la enzima lactasa que se produce normalmente en la mucosa intestinal, y que transforma la lactosa en unidades más pequeñas (glucosa y galactosa). La intolerancia a la lactosa se debe a la disminución o ausencia de lactasa en el conducto digestivo. La causa de intolerancia a la lactosa puede ser congénita, por un error del metabolismo bastante raro, en el que la lactasa falta desde el nacimiento, o adquirida. Esta última puede ser parcial o total y puede iniciarse en la infancia, adolescencia o en la edad adulta. Puede deberse a una disminución progresiva de lactasa en las células de la mucosa intestinal a partir de los dos o tres años de edad, sin que se conozca la causa, o como consecuencia de una agresión a la mucosa intestinal por un virus, bacterias, antibióticos o quimioterapia, diarreas infecciosas, enfermedad inflamatoria intestinal crónica, enfermedad celíaca, ingesta excesiva de alcohol, etc.
Los síntomas suelen aparecer de los 30 minutos a las 2 horas después de haber ingerido alimentos que contengan lactosa, generalmente acompañados de flatulencia, cólico intestinal y diarrea. Los síntomas desaparecen entre 3 y 6 horas más tarde. Estos se deben a que la lactosa no digerida en el intestino delgado, pasa al grueso y allí es fermentada por las bacterias de la flora intestinal produciendo hidrógeno y otros gases.
Para mi, la solución fue sencilla: prescindir por completo de la leche y productos que la contengan. Aunque de vez en cuando me permito un capricho lácteo sin que me produzca trastornos. Normalmente suele tratarse de algún tipo de queso, ya que para el resto, flanes, natillas, cremas, suelo hacerlas en casa utilizando leche sin lactosa, o incluso leches de tipo vegetal: de soja (no muy frecuentemente, porque su sabor no me gusta mucho), de almendra, de arroz…
Así que la recetilla que os pongo aquí es la de unas natillas caseras, de nuevo extraídas del juego de la Nintendo DS, Cocina conmigo ¿Qué preparamos hoy? , que me está dando bastante juego, valga la redundancia.
Como siempre, los ingredientes son para 2 personas y en azul las modificaciones que he hecho en la receta
- 500 ml de leche sin lactosa
- 2 cortezas de limón
- 3 yemas
- 150 gr de azúcar (75 gr de azúcar blaco y 75 gr de azúcar moreno)
- 14 gr de maicena
- 1/4 cdta. de canela molida (o una ramita de canela)
- Ponemos la leche y la corteza de limón en un cazo. Añadimos la canela y ponemos a calentar a fuego lento.
- Calentamos mezclándo desde el fondo del cazo con una cuchara de madera y apagamos el fuego.
- Sacamos la corteza de limón.
- Metemos las yemas y el azúcar en otro cazo. Añadimos la maicena y batimos con el batidor.
- Vertemos la leche caliente poco a poco en el segundo cazo sin dejar de remover.
- Ponemos a fuego lento y seguimos removiendo.
- Apagamos el fuego cuando toda la crema empiece a estar espesa y dejamos que se enfríe un poco.
- Echamos las natillas en recipientes individuales y las reservamos para que enfríen.
- Cuando ya estén frias, las metemos en la nevera, cubiertas con film transparente.
- Servir frías.
Buen provecho.
Nota 21-09-11: Como recomendación personal, si no os gustan muy, muy dulces, reducid la cantidad de azúcar, yo pondría unos 100 gr como mucho. Para mi gusto, y el de mi chico, quedaron un pelín empalagosas usando 150 gr.